miércoles, 8 de junio de 2011

3ª carencia: el inglés oral

Ahora es casi "trending topic" oir hablar de las escuelas bilingües en inglés (trilingües, en el caso de Catalunya). Puede que sea otra moda, como la de las Competencias Básicas, así puestas a lo vivo, o la de la Teoría de Conjuntos en los 70.

Podríamos debatir las consecuencias sociales de la posibilidad de acceso a unas escuelas u otras, pero hoy no es mi tema.

El caso es que el inglés es imprescindible. Para casi cualquier oferta de trabajo, hoy en día, el inglés es un requisito más, como el saber castellano, catalán (en Catalunya) o tener la titulación adecuada al puesto. Si no se maneja el inglés con soltura británica... olvídate.

Lo cierto es que en España pocos (estadísticamente hablando) salen del "yes, a little bit" y el "sorry" (cuando no se confunde con el "pardon"), y eso que ya hace años que se estudia el inglés de forma general durante la Primaria, la ESO (antes, en el BUP) y el Bachillerato.  Y lo que se suele afirmar del inglés de los españoles es que por escrito, algunos, aún tienen un nivel pero que de forma oral... no hay quien nos entienda (esas h aspiradas como jotas, por ejemplo).

Pero claro, las horas semanales de docencia del inglés son más bien tirando a pocas (¿dos? ¿tres?).  ¿De verdad se puede aprender un idioma en condiciones con esa dedicación y 25 alumnos en una clase? Se podría desdoblar, sí, pero... ¿y los recursos?

Por todo esto me planteo si lo de la enseñanza bilingüe no será una moda pasajera para las administraciones educativas (me lo planteo porque lo desconozco, no es sarcasmo).  Porque si de verdad quisieran mejorar el nivel y uso del inglés, con vistas a las proyecciones futuras de nuestros actuales alumnos, ¿no deberían hacer algo más que decir "y ahora lo mismo, pero en inglés"?

La opción más socorrida para las familias, las que se lo pueden permitir y las que se esfuerzan (mucho) para podérselo permitir, es llevar a sus hijos a academias y campamentos anglófonos. Pero, es tan caro...

Quienes se decantan por la opción del "inglés como extraescolar" tal vez deberían plantearse pagar por hacer hablar mucho en inglés a sus hijos, y no tanto por escribir y leer el inglés y su gramática, que eso ya se hace en el colegio.

martes, 7 de junio de 2011

Pensar, construir, tocar y dibujar la geometría.



La geometría se puede tocar!
Antes de empezar las dos últimas semanas de curso, mis alumnos de segundo de Primaria se dedicaron a pensar, construir, tocar y dibujar la geometría.
Con plastilina y palillos quedaba a la vista lo que era el vértice y lo que eran los lados. Además, como las caras quedaban transparentes, era relativamente (?) fácil dibujar en 3D las caras no vistas.
No había límites: sólo había que probar y experimentar.  Empezaron por las figuras planas y mientras iban añadiendo lados y vértices, algunos descubrieron polígonos como el decágono.  También descubrieron que eran figuras frágiles y que se deshacían fácilmente, así que algunos encontraron que todas las figuras geométricas se  pueden dividir en triángulos i así, de paso, quedaban más fuertes.
Otros por fin creyeron que los círculos no pueden tener vértices.
Cuando se aburrieron de las figuras planas empezaron a levantar cuerpos: pirámides, prismas de diferentes tipos, cubos...  Ahora los retos eran dos: levantar cuerpos resistentes que no se deshicieran y después dibujar todas sus caras.  Al final lo conseguimos bastante bien y también se descubrieron cuerpos bien complicados como por ejemplo el dodecaedro.  
Para mantenerlos sobre la mesa también comprobaron que llenar de triángulos el interior de los cuerpos les daba mayor resistencia.
Estos niños y niñas de segundo de Primaria trabajaron duro pero no se cansaban ni aburrían. Seguro que la geometría de 3º les resultará de lo más familiar...
¿Encontraremos algún día un arquitecto entre los alumnos de este grupo?






domingo, 5 de junio de 2011

2ª carencia: condiciones ambientales

Hoy, por ser domingo, me lanzaré a una carencia sencilla: las condiciones ambientales que soportan los niños en las aulas.
Seguramente, hay países donde las condiciones de temperatura son mucho más complicadas que en la mayor parte de España, pero mi entorno es éste y mis alumnos son los de aquí, así que lo que me preocupa ahora mismo es lo que tengo más cerca.
También, seguramente, muchos padres no saben las condiciones que soportan sus hijos durante 5 o 6 h. al día y que ellos no estarían dispuestos a soportar en su entorno laboral. O sí lo saben y, sencillamente, lo aceptan como condición educadora del entorno: lo que no te mata te hará más fuerte.
En  España hay una legislación sobre prevención de riesgos laborales y una de las cuestiones que contempla son las temperaturas máximas y mínimas en las que se puede trabajar, tanto en entorno de producción –fábricas- como en oficinas.  Pues bien, esa normativa se ve que no rige ni para maestros ni para niños entre 3 y 12 años. Y lo siento, pero vivimos en un país con unas primaveras, veranos y otoños cada vez más calurosos (tanto que,cuando empieza el curso, todos los libros comienzan con la presentación del otoño en los temas 1 o 2, y los niños empiezan a no entender lo que se explica porque ellos siguen vistiendo manga y pantalón cortos).
En una clase con 25 o 26 niños se soportan temperaturas de hasta 35 grados. Y además queremos que los niños estén concentrados y trabajando con ahínco e interés. ¡Venga ya! ¡No pueden!.  Inténtelo ustedes. Y esto, en los últimos años (salvo contadas excepciones) sucede entre los meses de abril y noviembre, lo que supone entre 5 y 6 meses de los 9 que tiene el curso.
Alguna vez he hecho el comentario a algunos padres, y la única respuesta es algo parecido a “ay, sí, está haciendo un calor…”.
Las calefacciones sí están contempladas, y los inviernos se pasan en condiciones dignas. Pero el aire acondicionado se considera lujo (¿en un país como éste?).   Los ordenadores son tecnologías aceptadas y deseables en las aulas. El aire acondicionado no.
 Aparte del aire acondicionado, una solución aceptable sería la jornada intensiva, acabando las clases antes de que el calor sea insoportable. Pero se ve que eso tampoco es aceptable.
Otro día escribiré sobre las jornadas “laborales” de los niños. Hoy, sólo, de las temperaturas infernales.

viernes, 3 de junio de 2011

1ª carencia: falta de colaboración interdisciplinar

Los maestros hacen su labor o su propia “guerra”, llamadlo como querais. A veces con el soporte de la dirección de las escuelas, a veces sin ella.
Una de las batallas de las guerras propias de los maestros es la detección de dificultades de aprendizaje. Y, generalmente,  suele ser batalla ganada: a base de años, experiencia y diferentes diagnósticos en la mochila, los maestros ven la primera semana un niño y cazan al vuelo el 99% de las dificultades. 
Propongo una pequeña lista de dificultades de aprendizaje elementales y que seguro están en todas las aulas de Infantil y de Primaria, sin más soporte que el maestro de aula, a saber:
                -Trastorno por déficit de atención (con o sin hiperactividad).
                -Dislexia
                -Discalculia
                -Dificultades auditivas
                -Dificultades visuales
                -Trastornos varios de la conducta

Imposible no verlos. De verdad.

Una vez detectados hay que hacer algo con estos alumnos, básicamente con dos intenciones: que reciban ayuda especializada para mejorar su trastorno y que alcancen el nivel de conocimientos esperado en niños de su edad. Y aquí topamos con los EAP.
En mi experiencia, los EAP dicen no estar para estas “cosillas”, ellos están para los grandes temas: retrasos madurativos, trastornos del espectro autista, sindrome de down o de x frágil o parálisis cerebrales, por poner un ejemplo.
Pero el maestro no puede adaptar su metodología, los contenidos o los criterios de evaluación sin una justificación médica. Es decir, sin un diagnóstico.
Venga pues, damos el disgusto de nuestra “intuición” a las familias y les pedimos que sigan el camino del calvario:  pedir hora en el pediatra, esperar la cita, acudir y presentar estudio de los departamentos de orientación de los colegios (cuando los hay) con la intención de que deriven a nuestro alumno al neuropediatra (en mi entorno, con una espera de entre 18 y 24 meses). Muchas familias se rinden. Algunas van a consultas privadas. Pero los EAP sólo admiten diagnósticos ciertos de facultativos de los servicios de salud públicos.
Últimamente, en mi entorno, se están detectando unos 4 casos por aula (alguna vez hasta 6), entre hiperactividad, déficit de atención y trastornos de lectoescritura o dislexias y discalculias varias.
Al ritmo de atención propuesto por los “asesores” de los maestros (es decir, los EAP), esos niños llegan a 6º de Primaria y con suerte, en ese último curso, se les hará un diagnóstico válido. Pero sólo con suerte. El resto, seguirá su camino de fracaso y frustración hacia la ESO y hasta cumplir los 16 años.  Y los asesores, sin asesorar.
De paso, el resto de los 21 o 22 alumnos compañeros de éstos, ven como su aprendizaje se ve interrumpido o perjudicado por las necesidades de sus compañeros (imaginad, los que nunca habeis estado en un aula, que en mitad de una explicación un niño caiga de la silla porque no puede parar quieto, o que interrumpe continuamente la clase porque no encuentra ninguno de los materiales que necesita, o que se levanta y empieza a tirar por el aire los materiales de todos sus compañeros, o que hacer una suma le puede ocupar 1h entera cuando los demás la han resuelto en 2 minutos…)
Por cierto, nos comentan que  cada vez será mayor la prevalencia de estos diferentes casos.
Como conclusión de esta primera carencia de nuestro sistema educativo os diría que un maestro que detecta una dificultad de aprendizaje pasa a ser un maestro frustrado.  Todo el posible avance que se pueda lograr con esos alumnos será a costa del trabajo “contra los elementos” de los maestros  y del sacrificio de sus compañeros.

jueves, 2 de junio de 2011

Empezamos!

Ser docente es, más que una vocación o una profesión,  una inquietud general.

Cuando ves un programa de televisión, cuando ves escaparates, oyes la radio o lees el diario o tus twits, tiendes a sacar de todo ello alguna utilidad para tus alumnos. Cuando no se le puede extraer un provecho inmediato para los alumnos, buscas mentalmente alguien a quien colocarle tu último descubrimiento.

Los engranajes de nuestro cerebro siempre estan en marcha pensando como hacer para atraer y enganchar a nuestros alumnos a los aprendizajes de siempre.

Y para ello, hemos tenido la suerte de vivir una época apasionante, en la que cada día se nos aparece una nueva herramienta, más rápida y creativa, para transmitir el conocimiento acumulado por la humanidad, de una forma atractiva para nuestros alumnos, o que nos permita dar la vuelta a todo el modelo educativo desde el aula.

Esta época apasionante, además, provoca que nos planteemos las carencias o pobrezas de nuestro sistema escolar actual, mirándolo desde todos los puntos de vista: la capacidad de innovación de los profesores, la pesadez (o no) de la repetición de contenidos año tras año hasta hacer aborrecer a los niños su paso por la escuela, nos planteamos si la implicación de las familias en la educación de sus hijos es siempre la misma o la relación escuela-maestros-familias.

Y aquí topamos con el fútbol.  Ay, parece que acabo de mezclar dos textos diferentes y he perdido la cabeza:  la docencia es como el futbol, todos llevamos un seleccionador-pedagogo dentro. Y cada uno aporta sus argumentos que siempre van apoyados en estudios irrefutables.

Y por eso es tan difícil llegar a acuerdos entre todos los que formamos el sistema escolar. Es como poner de acuerdo a todos los españoles sobre quien debe ser convocado a la selección. Ya sabéis.

En fin, que ya hemos empezado. Que queremos buscar las carencias más elementales de nuestras escuelas y buscar soluciones fáciles para compensarlas y que, seguro, que no serán buenas para todos pero si lo son para nuestros alumnos, con eso nos damos por satisfechos. Que también queremos explicar nuestros pequeños éxitos y estudiar nuestros fracasos para no volver a repetirlos. Y que las letras, como siempre, ayudan a organizar nuestro pensamiento.

Empezamos!! Bienvenidos.