viernes, 30 de diciembre de 2011

En Reyes, gana 4 cursos de Smartick

Unas obviedades: están a punto de llegar los Reyes MagosY creemos que a leer se aprende leyendo (y las matemáticas, practicando).

Por eso, si en la carta a los Reyes Magos de tus hijos, sobrinos, hermanos pequeños, nietos... entre 5 y 12 años has pedido un libro, y los Reyes se lo traen el próximo día 6 de enero... ¡ten a punto la cámara de fotos! 


Smartick y Teclaiguix sortean 4 inscripciones al método para reforzar y aprender matemáticas de Smartick (matemáticas a un clic).



Premios:
2 inscripciones de 6 semanas cada una al curso de Smartick
2 inscripciones de 4 semanas cada una al curso de Smartick
Cajitas-regalo de Smartick con el código de acceso
Bases del sorteo:
1-La participación está abierta a cualquier persona que pase por este blog ;-)

2-La inscripción en el sorteo se computa por una foto digital del niño o niña, con el libro que le han traído los Reyes Magos.

3-La foto ha de enviarse por correo electrónico a teclaiguix@gmail.com

4-En el cuerpo del correo electrónico se ha de indicar nombre y edad del niño o niña que aparece en la foto, el título del libro recibido así como el de su padre o madre o tutor legal.

5-Quien participe en el sorteo y envíe las fotos, está aceptando que éstas sean publicadas en nuestro blog (http://teclaiguix.blogspot.com) y que aparezcan los nombres de los ganadores.

6-El plazo de envío de fotografías empieza el viernes 6 de enero de 2012 y acaba el viernes 13 de enero de 2012.

7-El sorteo se realizará el sábado 14 de enero de 2012, y los ganadores serán informados por correo electrónico el mismo día, y por el mismo medio le será solicitada su dirección postal para el envío del regalo.

8-Las direcciones de correo electrónico usadas para la participación quedarán a disposición de Smartick y Teclaiguix pero no serán compartidas con nadie externo a Teclaiguix o a Smartick.

9-La dirección postal de los ganadores será utilizada exclusivamente para el envío de los premios.

10-A partir del lunes 16 de enero de 2012, Smartick  enviará una cajita, que contiene el código para activar el curso, a cada ganador.

11-Solo se contabilizará una participación por niño o niña (pero si quieres, puedes enviar muchas fotos  ;-)  )

12-El premio no puede canjearse por su valor en metálico.

13-La participación mediante el envío de foto por correo electrónico a teclaiguix@gmail.com implica la aceptación de estas bases.

Próspero 2012 y suerte!

viernes, 23 de diciembre de 2011

Cero defectos

Ayer, la Generalitat de Cataluña reconoció como error una acción que ha afectado a miles de funcionarios y a trabajadores con nómina delegada (por ejemplo, profesores de la educación concertada). Ellos dicen que fue un error. Lo reconocen, piden perdón pero no lo subsanan.

A lo mejor les vendría bien algún conocimiento sobre Kaizen, en este caso aplicado a las Administraciones Públicas.

Una de las estrategias del kaizen pasa por la búsqueda del llamado “cero defectos”, concepto que a priori pone los pelos de punta, especialmente a aquellos que defienden (más a menudo de lo deseable) el “todos nos equivocamos” y ahí se quedan. Mucha gente cree que es imposible. Muchos creen que es muy difícil. Pero en el camino es donde se va encontrando la excelencia.

Os propongo 9 ejemplos de lo que sería nuestra vida cotidiana si admitiéramos como buena una fiabilidad del 99,99%, con lo que muchos ya creerían que se está rozando la excelencia (o lo que es lo mismo, 100 partes por millón –ppm- de errores):

-Cada mes, durante 5 minutos, nuestros grifos nos darían agua no potable.

-Cada semana, un aterrizaje o despegue en el aeropuerto parisino Charles de Gaulle, acabaría en catástrofe (52 al año).

-Cada hora, Correos perdería 100 cartas.

-Cada día, 1500 cheques serían descontados en cuentas erróneas (datos de Francia, donde el cheque es medio de pago común).

-Cada semana, en los hospitales habría 5 cirugías mal hechas.

-2000 recetas médicas erróneas cada año.

-Cada semana, 2 recién nacidos morirían.

-Cada día, los cajeros automáticos tendrían 120 errores en las retiradas de efectivo.

-Y, para cada uno de nosotros, 1 mal latido del corazón cada día.

Así pues, ¿nos parece bien un 99,99% de acierto? ¿A las Administraciones Públicas también? ¿Y a cada uno de nosotros en nuestro trabajo?

lunes, 19 de diciembre de 2011

Llegan las vacaciones. Hay que conciliar.

Bien, pues ya están aquí. Ya hemos llegado a un nuevo periodo más o menos largo de vacaciones para los escolares (desde la Ed.Infantil hasta el Bachillerato).

Y como las golondrinas, también vuelven los alegatos de las familias, vía asociaciones de padres varias, a favor de la conciliación de la vida familiar y laboral de todos los trabajadores… menos de los docentes.

Los mismos padres y madres que decidieron responsablemente su paternidad y maternidad, habiéndose planteado –claro- que sus recursos y trabajos les iban a permitir hacerse cargo de sus hijos son algunos de los que suelen comentar: “ay, y ahora tres semanas/meses con los niños en casa!”, “qué ganas tengo de que vuelvan otra vez al colegio!”, “qué suerte –a los maestros-, ahora ya no tenéis a los niños!” (a sus niños!). Y que si contestas diciendo “pues en cualquier momento te puedes hacer maestro/a…” te contestan “huy, no! Que yo no tengo paciencia”.

Todos los padres y madres que recuerdan que tienen hijos cuando llegan las vacaciones, y es entonces cuando argumentan lo importantísima que es la escolarización y la educación (por este orden), y que qué pocas horas hacen, que más tendrían que hacer porque hay mucho que aprender... olvidan que los maestros y profesores, muchos, también tienen familias que atender. Ah, pero solo es importante para los niños de Infantil y de Primaria (como en la ESO y el Bachillerato ya son autónomos para ir, volver, entrar y salir… pues ya no es tan importante).

Familias, con todo el cariño y habiendo conocido el mundo de los trabajos de “horario flexible” (es decir, aquellos cuyo horario de entrada es el que es pero cuyo horario de salida se estira como el chicle sin horas extras que valgan): el problema de conciliación no lo provocan ni los colegios, ni los profesores, ni sus horarios y jornadas laborales anuales. El problema de la conciliación laboral radica en las empresas que obligan al presentismo, que no flexibilizan horarios ni vacaciones (todos en agosto!, consiguiendo todo un país cerrado por vacaciones -salvo  restaurantes y hoteles de costa-) o las empresas que pagan por horas de presencia y no por resultados.

La reivindicación de conciliación tiene que dirigirse a las empresas y a la racionalización de sus horarios (¿2h para comer y salidas a las 8 de la tarde?, ¿tiendas cerrando a las 9 y media de la noche?).

Lo siento, la jornada laboral de los maestros no tiene la culpa de las jornadas irracionales que ofrecen las demás empresas a sus trabajadores.

Padres e hijos deberían acabar sus jornadas a la misma hora. Si me apuran, los niños deberían acabar a las 3 de la tarde, una vez ya comidos, habiendo empezado a las 8 de la mañana.  “Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión…”

domingo, 18 de diciembre de 2011

La parábola del remero

Esta viñeta de Forges me ha hecho recordar la famosa parábola. Muy de actualidad, por cierto.

Aquí os la dejo, para quienes no la conozcan. Aplicable a todo y dedicada a todos los "remeros".

En 2007, se celebró una prueba de remo entre empleados de una empresa japonesa y de otra española. Se dio la salida y los japoneses empezaron a destacar desde el primer momento, llegando a la meta con una hora de ventaja sobre el equipo de remo español.

La dirección de la empresa española analizó las causas de tan amarga derrota y advirtió que el equipo japonés estaba compuesto por 10 remeros y un jefe de equipo, mientras que la tripulación española la componían 5 jefes de equipo y 6 remeros, por lo que se decidió adoptar las medidas adecuadas.

En 2008, la tripulación japonesa llegó dos horas y media antes que la española. La Dirección se volvió a reunir y, tras un sonoro rapapolvo a la Gerencia, concluyeron que los japoneses habían repetido estrategia (10 remeros y 1 jefe de equipo), mientras que la innovadora tripulación española, remozada tras las eficaces medidas tomadas el año anterior estaba compuesta por: 1 jefe de equipo, 2 directores, 4 subjefes de sección y 4 remeros.

En 2009, tras encargar una innovadora trainera al departamento de nuevas tecnologías, la ventaja de los japoneses fue de cuatro horas. El equipo directivo reunido para analizar las causas del nuevo desastre comprobó que el equipo nipón había optado por la ya tradicional formación (1 jefe de equipo y 10 remeros), mientras que el español, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial del departamento de organización, optó por una formación mucho más vanguardista: 1 jefe de equipo, 2, directores, 2 jefes de sección con plus de productividad, 2 auditores externos, 2 remeros y 1 vigilante jurado que no quitaba ojo a los 2 remeros de la tripulación, ya amonestados y castigados sin pluses e incentivos tras el fracaso del año anterior.

Tras varias horas de reuniones, se acordó que, para la regata de 2010, se mantuviera la estructura jerárquica de la trainera pero aumentando a 2 los vigilantes jurados y dejando un solo remero, recomendándose que el remero fuera un becario o en su defecto una contrata externa ya que a partir de la vigésimo quinta milla se había venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla, actitud que rozaba el pasotismo y con comentarios del tipo: "El año que viene va a remar su p*** madre" al llegar a la línea de meta.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Cuanta diversidad se puede atender?

Ayer tuve el placer de asistir a una charla en la que participó –entre otros-  Gregorio Luri. Se trataba de los “niños muy movidos”, presentando diferentes acercamientos, desde la neuropediatría y con los datos iniciales recogidos en una investigación longitudinal sobre niños que se está llevando a cabo en diferentes zonas de España desde hace varios años.

Al final, intervenía Luri. Y una de sus primeras frases (entre otras muchas joyas, seguro que conocidas para quienes le siguen) fue que a ver si nos estábamos volviendo todos un poco locos con tanto síndrome, para acto seguido preguntarse “¿cuánta diversidad se puede atender en el aula?”. Aquí creo que varios maestros presentes tuvieron que contener una lágrima de emoción.

Y su argumentación siguió, defendiendo que hay quienes se llenan la boca de integración cuando lo único que se está haciendo (y gracias a que el alumno en cuestión no es conflictivo) es tenerlo “arrinconadito”, haciendo tareas repetitivas y sin sentido, pero que no interfieren en el ritmo normal de la clase.  Y yo me sumo a este punto de vista: sesudos administradores o asesores, con poco zapato y voz gastados en clase, no quieren oír los problemas que representa intentar una integración sin medios. Los profesores que lo sufrimos sabemos que muchas veces se está apartando a un lado a los niños a integrar, que sus compañeros no se relacionan en exceso con ellos (salvo que los obligues), y más a partir de Ciclo Medio – aproximadamente-  porque no tienen ni intereses comunes, ni les gusta entretenerse con lo mismo, y porque un niño de 9 años no tiene porqué frustrar siempre sus gustos y aficiones a favor de las de otro compañero.

Si en una familia un niño se hace cargo de su hermano menor (deberes, estudio, horarios…), se considera que podríamos estar ante un caso de negligencia de los padres (1r nivel del maltrato); pero esos mismos administradores se emocionan cuando te explican lo educativo que es que un niño de 5, 6 u 8 años acompañe y ayude a un compañero con alguna dificultad. ¿Hipocresía? ¿Monos sabios?

A lo que iba: que administradores y asesores tienen suficiente con creer que están en el aula y que no hay problemas. Eso ya te lo compran como integración. Pero los demás, y los maestros que lo viven saben que no lo es. Y algunas familias lo sospechan.

Cada vez somos mejores detectando casos. Las dislexias ya no son “niños sin interés por el colegio”, la hiperactividad ya no son “niños maleducados y descontrolados”, el déficit de atención ya no son “niños distraídos y sin motivación”, las discalculias ya no son niños “de letras”… Se detectan y están en el aula. Y tienen que aprender, les tenemos que ayudar. Pero un profesor contra 6 casos (conozco situaciones de 6, con dos trastornos del espectro autista –TEA- entre ellos) hace que el profesor, sin más recursos, no tenga ninguna posibilidad de ganar el partido.

No son malos profesores los que no pueden gestionar toda esta diversidad. Es la situación la que no es adecuada. Y se necesitan más personas.

Y hay que decirlo.

NB: Por cierto, y de paso, hoy ando algo encendida con un proyecto presentado en las noticias en Catalunya sobre un proyecto que mostraban como apasionante e innovador, de talleres en los institutos para enseñar “educación y buenas maneras” (no hablar con la boca llena, usar los cubiertos, no bostezar sin taparse la boca…) y que prevén ampliar a más centros el curso que viene. ¡Por favor! ¿De verdad justo ahora era prioritario?

sábado, 10 de diciembre de 2011

Un problema es un regalo

¿Por qué? Porque te permite mejorar.

Para mejorar hay que reconocer que existe una posibilidad de mejora en algún lugar. Si no se reconoce ningún problema, no veremos la necesidad de mejorar en nada. La complacencia es enemiga del Kaizen. Conformarse con lo que se tiene, sin mirar más allá solo nos llevará a seguir haciendo las cosas de la misma manera, día tras día, año tras año.

Y ya sabemos cuál es el resultado de hacer siempre las mismas cosas o de la misma manera.

¿Alguna vez, en vuestro centro, habéis detectado un problema, anomalía, deficiencia... y vuestra primera reacción ha sido negarlo o ignorarlo?  ¿Por qué nos pasa? Muchas veces por miedo a ofender (aún asimilamos mal la crítica en nuestro entorno); otras por miedo al trabajo extra que puede conllevar la solución, por miedo a que te acusen de que tú lo has provocado...

Los profesores nos pasamos la vida evaluando a otros, pero nos cuesta mucho ser críticos con nuestras propias evaluaciones.  La autocrítica  nos cuesta, muchas veces, porque no estamos educados en la cultura del error como fuente de aprendizaje. Seguimos pensando que un error es un fracaso. Y nuestra cultura lleva mal el fracaso.

Sin embargo, necesitamos encontrar problemas para poder avanzar. Evaluar críticamente el problema, buscar sus causas, probar soluciones y evaluarlas, hasta encontrar la que nos elimina el problema (este sería, en grances líneas, el funcionamiento del círculo de Deming).
Como dicen los japoneses: un problema o una crítica son un regalo.

Aquí le llamaríamos “crítica constructiva”.

¿Conocéis a alguien a quien mencionarle un problema le supone una crisis personal? ¿Conocéis a alguien que rápidamente encuentra a otros “culpables” que no son él?
¿Te provoca pavor enfrentarte a un problema nuevo?

A mí, en cambio, me gusta encontrarme problemas. Y cuando soy yo quien lo ha provocado, me tomo mi tiempo, busco el porqué ha pasado, reconozco mi error y propongo mis mejoras.

Todos tenemos derecho a equivocarnos pero entendiendo que el error pasado no se puede corregir. Sin embargo, debería ser obligatorio intentar que no vuelviera a pasar.

Aquí os dejo la imagen del diagrama de flujo de los problemas. ¿Os suena?


domingo, 4 de diciembre de 2011

Eres profesor, ¿ya sabes quién es tu cliente? -Kaizen-

Pues te parecerá mentira, pero eres un proveedor y como tal tienes clientes. ¿Ya los tienes localizados? ¿Piensas en ofrecerles un servicio excelente?

Ofrecer un servicio excelente es ir más allá de las expectativas de tu cliente; ofrecerle tu producto o servicio de la forma más eficiente posible, reduciendo al máximo ineficacias y así centrarte en lo importante y poder dedicarte a hacer un trabajo de más calidad, centrado en tu trabajo "de verdad".

¿Te has encontrado alguna vez preparando un material durante unas 6-8 h. para una clase de 1h? Si localizas las ineficiencias y dedicas un tiempo a optimizar ese proceso, tal vez podrías disponer de un par de horas para pensar la siguiente actividad, o la siguiente reunión, o para calificar con más calma…

¿Alguna vez has perdido horas de trabajo buscando tinta para la impresora de la sala de profesores, que alguien ha gastado y nadie ha repuesto?

Os propongo un ejemplo porque muchas veces los maestros pecamos de exceso de perfeccionismo: la foto perfecta, la tipografía perfecta, el color de fondo perfecto con su marco perfecto para todo el conjunto… y buscamos y buscamos, y gastamos tiempo. Mucho.  Pero a lo mejor con una simple “arial” conseguiríamos el mismo efecto, un “producto” suficientemente bueno sin gastar recursos que no nos sobran (tiempo, en este caso).

Pero, ¿quiénes son tus clientes? ¿A quién tienes que satisfacer?
  • Alumnos, por supuesto
  • Padres: les proporcionas información por diferentes vías (anotaciones, boletines o informes de notas, oral…) y esperan unos resultados en sus hijos.
  • Equipo Directivo y Administración educativa, que suelen ser demandantes de información.
  • Compañeros: a quienes has de proporcionar información sobre alumnos, coordinación de actividades o programaciones, actas de reuniones, propuestas de actividades varias…
  • Servicios de atención a alumnos, externos al colegio (¿algún psicólogo o médico de algún alumno te ha pedido alguna vez información?)
Por otra parte, además de proveedor, en otras ocasiones serás cliente, y querrás el máximo de calidad en el “producto” que te llegue. En este caso, deberás ayudar a tus “proveedores” a ofrecerte un servicio excelente. ¿De quién eres cliente?
  • De alumnos
  • De padres
  • De equipo directivo y administración educativa
  • Del coordinador TIC (¡cómo! ¿Qué nunca le has tenido que pedir nada?)
  • De servicios de atención a alumnos, externos al colegio
¿Te dan siempre los mejores productos o servicios?

Aunque seas profesor, piensa en tus clientes. Busca cómo darles el mejor producto posible. Busca los “despilfarros” (o todo aquello por lo que tu “cliente” no estaría dispuesto a “pagarte”).

jueves, 1 de diciembre de 2011

La escuela-burbuja no ayuda a los futuros adultos.

Todos sabemos que las cosas no son fáciles. ¿O solo me pasa a mí?

Tenemos obligaciones que cumplir, y las decisiones y acciones que emprendemos, en relación con esas obligaciones tienen como “premio” unas consecuencias.

A veces, hasta podemos creer que son  injustas. Pero las consecuencias son las que son (las muy…).

Todo nos cuesta algún esfuerzo. Y la mayoría de adultos lo tenemos claro (algunos no: son aquellos que culpan a sus profesores, a su familia, a la sociedad, a los bancos… pero que nunca se ha puesto manos a la obra).

Algunos padres y algunos maestros se lo intentan explicar a sus hijos o alumnos mediante palabras, pero muchos no permiten que prueben la experiencia de soportar sus propias consecuencias (bien, solo las negativas o desagradables).

Muchos adultos pretenden que el colegio sea un entorno burbuja, en el que ningún “mal” pueda alcanzar a los pequeños. Pero esos “males” son cosas como acarrear libros, estudiar, relacionarse correctamente con sus compañeros, ser cuidadosos de sus cosas, respetar los materiales comunes, asumir la corrección (traumática, según algunos adultos) de las faltas de ortografía, una mala evaluación si no se han esforzado lo suficiente, que no coman verduras porque no les gustan, que les retiren del partido si no lo están haciendo bien…

Y esos niños que viven durante 13 años en esa burbuja van y, algún día, salen del colegio o del instituto. Y les empiezan a llover responsabilidades. Y les parece que son muchas porque hasta entonces nunca habían tenido una.

Y es entonces cuando algunos creen que el mundo es injusto con ellos que todo lo merecen. Y es cuando otros deciden que qué flaco favor les hicieron sus protectores padres, se arremangan, y empiezan entonces –con años de retraso- a entrenarse en el esfuerzo.

El colegio es una de las instituciones de socialización (comolo son la familia o los medios de comunicación). Y como tal, debería proporcionar las herramientas para entender el valor del esfuerzo y la existencia de las consecuencias de nuestros actos o decisiones.

¡Claro que los niños pueden actuar o esforzarse según su parecer o su personalidad! ¡Incluso deben! Pero también han de aprender que opten por lo que opten llegarán las consecuencias. Igual que pasará en su futuro.

No les privemos de este aprendizaje. Por su bien. Por el de todos.