jueves, 23 de febrero de 2012

Provocar deseo por el libro

¿Qué sensación debe de tener un niño en una tienda de chuches? ¿Lo quiere todo? ¿Soportaría no probar nada?

Os propongo hoy una prueba para provocar en vuestros hijos el deseo por el libro. Primero será un deseo por el objeto. A medio plazo, se provocará el deseo por el contenido. Vosotros me diréis si funciona.

Lo primero de todo es conseguir algo de tiempo (sí, lo sé, no sobra). Ese tiempo puede ser un rato del sábado, algún momento entre semana si nos coge en el camino a casa… Y vamos a dedicar algunos días durante un mes, más o menos, a visitar librerías.

La condición es que sean librerías con muchos libros expuestos, apilados y al alcance de nuestra mano (y de la de los niños). Hemos de hacernos asiduos de 2 o 3 librerías (no más), porque eso nos va a permitir ver los cambios en la exposición, ver fácilmente lo nuevo que se expone, lo que ya no está… Una librería es un ser muy vivo, sí.

El siguiente paso será, siempre, dirigiros a secciones que os interesen a vosotros, los adultos, alejándoos de la sección infantil. Y entonces solo hay que empezar a disfrutar: mirar, elegir algún libro, leer su contraportada, tenerlo en la mano, hojearlo…  Si se puede comprar, se compra. Si no, es tan fácil como volverlo a dejar en su sitio.

Durante todo este proceso, vuestro hijo os acompañará. De pasada, y ya hacia la salida, señaláis algún libro infantil llamativo (por su tamaño, sus colores, el título), y seguís hacia la salida. Sin más.

Este proceso lo seguiréis varios días, durante algunas semanas (en total 4 o 5 visitas). Y en alguna de esas visitas, estaría bien poder comprar algún libro (eso les demostrará que el libro es algo que queremos de verdad y que valoramos).

Ya en la siguiente visita, una vez vistas vuestras secciones preferidas y haber curioseado a vuestras anchas, volvéis a pasar por la sección infantil.  Pero esta vez habrá que detenerse y curiosear entre esos libros llenos de colores. Ahora ya podéis empezar a comentar el título o la ilustración de la cubierta con vuestro hijo. Se puede empezar a tocar, pásaselo, deja que sea él quien mire y remire. Con un poco de suerte, ya hará días que está pidiendo un libro para él: ya le habrá entrado el deseo por el objeto (poco más, de momento).

La próxima vez, dedica menos tiempo a “tus” secciones y llega antes a la de libros para niños. Curiosea y propón, pero deja que sea él quien marque el paso. Y hoy sí se puede elegir un libro para él (cuando lo pida).

Si, además, le “ayudas” a elegir un libro que tenga una continuación (una serie), habrás comenzado el camino para convertir a tu hijo en lector apasionado.

¿Recordáis las series de Enid Blyton y como costaba esperar a tener el siguiente libro para saber cómo seguía la historia?

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