sábado, 31 de marzo de 2012

¿Ser maestro o trabajar en otra cosa?

Se habla mucho de la descansada vida de los maestros, sus horarios, sus vacaciones, la suerte de trabajar por vocación… Sin embargo, solo quien ha pasado por una clase con 25 niños o más debería opinar sobre lo que representa trabajar como maestro.

Yo tengo la suerte de poder comparar este trabajo con otros (incluido el de logística, ojo!) y si bien al principio de dedicarme a la docencia tras haber pasado por varios departamentos en tres empresas, me parecía un lujo salir de día de mi nuevo trabajo, varias semanas después ví la trampa: lo que antes hacía encerrada en una oficina a partir de las 6 de la tarde (hora “oficial” de salida) ahora lo hacía en casa.

Mi comparación me sale así:


Otros trabajos
Maestro
Puedes elegir, en general, el momento de hacer una pausa para despejar la cabeza y tomar un café (de máquina).
Si puedes, y corriendo, tomas un café antes de salir al patio, si no has de atender alguna familia en tutoría.
En caso accidental, tú te tiras el café por encima.
Un pelotazo imprevisto te tira el café por encima.
Aunque la tarea sea compleja y sean varias, puedes organizarte para atender una cada vez. Incluso puedes parar de teclear (si es el caso) para atender a una persona.
Has de atender a 25 niños a la vez, cada uno con sus dudas, dificultades y características propias.
6h de trabajo propio van liberando tu carga de asuntos anotados en la libreta.
6 h. de trabajo producen como mínimo 4h. añadidas de trabajo.
Si necesitas ir al lavabo, puedes ir.
No puedes ir al lavabo.
Normalmente, podrás pedir permiso para llegar más tarde si tienes pendiente una gestión personal (banco, por ejemplo, renovar DNI…), aunque por la tarde tengas que recuperar el tiempo porque tu trabajo pendiente lo harás tú mismo.
Necesitar hacer cualquier gestión de las que solo pueden hacerse por la mañana (la mayoría) implica un sobrecoste para el colegio ya que habrá que poner un sustituto (los niños no entrarán 1h más tarde, y saldrán 1h. después por la tarde).
Puedes organizar tu trabajo en función de tu nivel de rendimiento en cada momento.
NUNCA puedes bajar la atención, el rendimiento, el nivel de actividad…
Los procedimientos son claros en general, para casi todos los procesos habituales.
Cada día hay que revisar y reinventar el procedimiento (dependen del estado de ánimo de los niños, de la dificultad de la tarea… incluso del tiempo que hace).
Si vas de viaje, te haces tu maleta (normalmente, pequeña).
Si vas de viaje, enrollas muchos sacos de dormir y haces muchas mochilas en 1h.

Las temperaturas máximas y mínimas están establecidas por ley.
Las temperaturas del lugar de trabajo (de maestros y niños) son una característica “entrañable” de los colegios y la escolarización.


Lo he elegido yo y no me  puedo quejar (ni me quejo), además me gusta. Pero también me cuesta aceptar el “qué bien vivís los maestros” que tanto se dice y tanto sirve para hacer reformas educativas “de calado”.

viernes, 23 de marzo de 2012

Niños al borde de un ataque de nervios

Foto

Muchos niños están así: hiperactivados (que no hiperactivos), con movimientos sin intención concreta, con poca reflexión…

En ese estado de agitación continuo en el que pasan tantas horas al día, es muy difícil intentar que se centren en algo.

Algunas causas que se nos ocurren y sus posibles alternativas serían:

-Levantarse con el tiempo justo por las mañanas. Sin tiempo para despertarse completamente ya están oyendo continuas instrucciones para que corran, se den prisa, se vistan, desayunen… y muchas veces, superponiendo unas indicaciones a otras. Y no siempre en tono pausado, porque no hay tiempo.

¿Podríamos despertarlos media hora antes, para no empezar el día corriendo?

-Este problema va ligado a la hora de irse a dormir: pocas veces recordamos que un niño necesita dormir más de 9h. Muchos niños aún pequeños se van a dormir más tarde de las 11 de la noche. Además, la hiperactivación del día, tampoco les deja dormirse inmediatamente.  En general, no descansan lo suficiente, y por la mañana les afecta. Se apura la hora de levantarse en lugar de avanzar la de ir a dormir.

¿Podríamos fijarnos una hora razonable de ir a dormir, en función de la hora en que han de despertarse, y ser disciplinados en su cumplimiento?

-Tras las carreras en casa de buena mañana, algunos niños aprovechan el tiempo antes de entrar al colegio para jugar y correr con los compañeros. Empiezan con mucha actividad, agitados, y en cuanto entran al colegio pretendemos que se calmen, escuchen y hagan las cosas con calma.

¿Podríamos conseguir que estuvieran a nuestro lado, tranquilamente, hasta el momento de entrar en el colegio?

-Las comidas suelen ir acompañadas de dibujos animados o tele, cuando es en casa. De  hora y media de juego agitado en el patio, cuando comen en el colegio.

¿Qué tal quitar la tele y hablar? De paso, enriqueceríamos la expresión oral, la expresión de sentimientos…

-Las tardes son de juego, y de extraescolares, y de de merienda (o no) mientras van de una actividad a otra,y de  llegar a casa corriendo, y de estudiar o hacer deberes para que les empiecen a avisar enseguida de que hay que cenar. La tele sigue ahí presente, con dibujos animados que pocas veces ayudan a la calma.

¿Podríamos dosificar las actividades extraescolares? ¿Se podría conseguir una merienda de niños sentados?

Y en ese estado de excitación perpetuo los enviamos al colegio, confiando en que allí se tranquilizarán. Pero no es fácil. Esa activación tan exagerada les impide reflexionar, tomarse el tiempo necesario para leer un enunciado o pensar en cómo resolver un problema de matemáticas. Les impide escuchar y entender las instrucciones más sencillas. Les impide pensar en cómo están haciendo las cosas. Y su tendencia “natural” es moverse, levantarse (no siempre con un objetivo claro), jugar con los compañeros…

La verdad es que no se lo ponemos fácil. En muchos colegios ya se aplican actividades de relajación, de vuelta a la calma, adaptaciones de yoga y respiración… para poder crear un ambiente propicio para la reflexión.  Y todo esto está muy bien pero quizás sería más sencillo someterles a otro ritmo desde primera hora de la mañana.

domingo, 11 de marzo de 2012

Ortografía: medir para mejorar.

Medimos muchas de nuestras actividades cotidianas: si estamos a dieta, vamos midiendo la evolución del peso; medimos la evolución de nuestro gasto en telefonía; medimos los litros de combustible que gastamos…  Y lo solemos hacer siempre que nos proponemos mejorar en algo. Y porque si no midiéramos, ¿cómo podríamos saber si estamos teniendo éxito?.

Ya lo dice el Kaizen: “medir para mejorar”.  Saber dónde estás, proponer acciones para alcanzar un nuevo punto y medir para comprobar si alcanzas las metas.

Las empresas lo utilizan de forma cotidiana: indicadores representativos de aquellos aspectos que queremos mejorar o que creemos que son críticos en la evolución de los resultados generales y que, por lo tanto, hay que tener muy "vigiladitos".

Desde el mismo momento en que empezamos a medir, ya hemos puesto el foco en el aspecto que queremos mejorar, y los esfuerzos se encaminan a ello.

El estudio es la "empresa" de los niños.  Así, si queremos que nuestros alumnos /hijos mejoren su ortografía (lo siento, pero aquí creemos que la ortografía es importante), una herramienta de autocontrol que les podemos proponer, como padres o como maestros, es la realización de una gráfica con el seguimiento de las faltas de ortografía que cometen (hay que decidir si en los dictados de clase, si en la realización de trabajos o en los controles que puedan hacer durante el curso).

Con esta herramienta estadística (representación gráfica de datos) les traspasamos el control y compiten contra ellos mismos buscando su mejora, además de trabajar de forma real esta parte de la estadística.

Si la evolución es negativa, les podemos ayudar a buscar estrategias para mejorar; si su evolución es positiva, podemos pensar que su competencia de “aprender a aprender” es óptima.

Todo esto, sólo con una gráfica de líneas, en la que ir anotando y comprobando la evolución en el tiempo de su número de faltas de ortografía.

El gráfico se puede situar en la libreta, en la carpeta, en la agenda… En un lugar de fácil acceso; y se ha de dejar el tiempo para anotarlo después de la realización de cada ejercicio en el que se ha decidido que se medirá la evolución en ortografía.

Si lo ponéis en práctica, ¿nos dejaréis conocer los resultados?